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[23, 06, 09 // 02:38] "Juegos, segunda parte"

LLegaron a una casita blanca, sencilla y acojedora cuando el sol se escondía tras el horizonte.
-Adelante, ya sabeis, como en vuestra propia casa - les ofrecía el paso mientras abría la puerta principal de la casa.

El jóven de cabellos castaños entró como si de su casa se tratase, mientras que la jóven inclinó la cabeza al pasar a
l lado de su anfitrión y cruzó el umbral de la puerta de una forma más precavida.
- A la derecha por favor, jugaremos en mi cuarto. - decía mientras alcanzaba el paso de su jóven amigo, que llevaba ventaja, y desaparecía tras una puerta situada a la derecha del pasillo.
Pasaron los tres al cuarto. Un cuarto sencillo, con una cama de matrimonio, una mesita de noche y un escritorio. También disponía de un armario, que se extendía por la esquina derecha del cuarto recorriendola. El jóven de cabellos plateados se había sentado en el suelo e invitaba a sus amigos a acompañarle. Los tres se encontraban sentados en el suelo, sobre una alfombra blanca y agradable al tacto, cuando el mayor de ellos comenzó a hablar.
- Vereis, hace un tiempo que llevo dandole vueltas a cierto asunto... - su voz temblaba, estaba nervioso- ¿Vosotros os tocais?
- ¿Qué quieres decir con eso de "si nos tocamos"?
- Pues si vosotros... ya sabeis... os... dais placer... - se ruborizó tras la última palabra.
Los tres se quedaron en absoluto silencio. Siempre había habido confianza en ellos pero... ¿Desde cuando había tanta como para hablar de sexo?
- Yo sí, yo sí me toco
- So-Sora! - las mejillas de la jóven se colorearon tras escuchar tal confesión.
- Al fin alguien rompe el hielo - el chico de los cabellos plateados le guiñó un ojo a Sora- Yo también lo hago
- Ri-Riku... ¿Tu también? - La chica cada vez estaba más ruborizada.
- ¿Tu no, Kairi?
- N-No... ¡Y no tengo intenciones de probarlo! - Su rostró se giró hacia la puerta, ocultando sus sonrojadas facciones.
- No sabes lo que te pierdes Kairi... - Riku comenzó a acercarse a ella poco a poco.
- Es increíble, deberías problarlo - Sora también se acercaba a ella insinuante.
Cada uno de los jóvenes se acercaba por un lado distinto y ella era el punto de unión entre ambos caminos. Se sintió acorralada y se quedó completamente helada. Cuando ambos llegaron frente a ella, Riku besó apasionadamente a Sora sujetandole por la nuca. Sora simplemente se dejó llevar.
- Deberías haberme dicho que era a esto a lo que querías jugar - Sora comenzaba ya a desabrocharse la chaqueta, al separarse de aquel beso.
- No quería asustar a Kairi - acariciaba el rostro de la jóven con cariño mientras observaba a Sora.
- ¿Chi-Chicos que haceis? - Kairi estaba asustada y temblaba levemente.

- A ti te gusta Sora, ¿Verdad, pequeña? - La voz de Riku sonaba tranquila y melodiosa.
Kairi se ruborizó aun más, proporcionandoles un sí rotundo a ambos chicos.
- Entonces, dejame hacerte pasarlo bien, Kairi - Sora se levantó y se acercó a la cama para sentarse sobre ella.
Riku agarró a Kairi. La jóven intentó escapar pataleando, pero fue inutil, los brazos de Riku eran demasiado fuertes. La tumbó sobre la cama, dejandola acorralada. Ella estaba en el lado de la cama que se encontraba pegado a la pared y, en el otro, se encontraban los dos chicos. Estaba acorralada. Sora se colocó sobre ella y posó sus labios sobre los suyos...


- Sora, no eres demasiado experto en chicas ¿Verdad? - Riku sonaba muy seguro de sí mismo.
- La verdad es que no... pero quiero que Kairi se lo pase bien, tanto o más que tu y yo - le sonrió a la jóven, que estaba como ida.
- Eres demasiado amable, Sora - le giró el rostro a Sora para besarle acto seguido.
La mano de Riku comenzó a elevarse por el muslo de Kairi, hasta alcanzar el trasero. Kairi reaccionó ante dicho contacto.
- Riku, Sora... ¿Por qué haceis esto? - su voz sonaba atemorizada.
- Kairi, no tengas miedo, confía en mi
Riku se había desplazado en la cama. Ahora se encontraba detras de Kairi. Le apartó el pelo del cuello y comenzó a besarla, bajando una mano hasta su entrepierna.
Sora, la besó como había hecho antes, mientas agarraba una de las manos de la jóven y se la colocaba en su propia entrepierna.
Kairi lo miró, asustada.
- ¿Has visto que dura se ha puesto solo con tus besos?
Riku seguía besandola. Ahora le proporcionaba pequeños mordiscos.
Sora le bajó las braguitas suavemente, para que Riku la tocara aun mejor. Se apartó un poco y observó la escena.
Kairi se encontraba sentada, con las piernas abiertas y las rodillas alzadas. Estaba completamente roja y comenzaba a emitir leves sonidos de placer.
Riku, tras ella, la mordía en el cuello mientras le acariciaba la entrepierna con una mano y le estimulaba un pecho con la otra.
Se sacó su propio miembro y comenzó a masturbarse. Kairi lo miró y sintió como ella misma se excitaba aun más. Sora sonreía y Riku tambien lo observaba de reojo.
- Sora, asi lo que consigues es que Kairi este aun mas húmeda... - Dijo mientras le sonreía pícaramente.
- Pe- Pero Ri- Riku ¿Qu-Que... ah!... di-dice-dices? ah! - los gemidos cortaban una frase que debía sonar seria.
- Me-Mete el pri-primer de-dedo... Riku... - A Sora también le costaba formar frases.
El jóven obedeció e introdujo un primer dedo. Kairi gimió como no lo había hecho nunca antes. Le dolía... pero a la vez le había encantado.
Sora aumentó el ritmo de su propia muñeca para aumentar el placer que se estaba proporcionando, pero sin dejar de mirar a Kairi, que lo observaba mientras gemía.
- Ah... ah... ahah... Ah!
- Ah... ah... ahah... ah... ah... Ah!
Ambos jóvenes gemian casi acompasados, mientras Riku mordía el cuello de Kairi y los escuchaba.
Hacía ya rato que Kairi sentía el miembro duro y erecto de su amigo en la espalda.
Con un último gémido de placer, Sora se vino en su propia mano. Se acercó a Riku y le tendió la mano que tenía mojada. Riku comenzó a chuparla, dedo por dedo, sin dejar de masturbar a Kairi , que los observaba sin poder cesar en sus gémidos.
Sora desabrochó por completo el vestido de Kairi y se lo arrebató, mientras Riku extraía sus dedos del su interior. Le tendió los dedos húmedos a Sora, que los chupó sin dudarlo.
- Ahora comienza el verdadero juego, pequeña
Kairi estaba completamente ruborizada, con los ojos entrecerrados y los labios ligéramente abiertos.







Y la inocencia quedó atrás, con
los juegos de niños y los sueños infantiles.

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